Enamorarse a nuestra edad es llevar la ternura en la mirada.
El brillo es más intenso, el deseo de no equivocarse es más fuerte.
Las actitudes menudas, los gestos y los detalles
son los alimentos que sustentan ese amor.
El Hombre piensa. La Mujer sueña.
Pensar, es tener en el cráneo una semilla; soñar,
es tener en la frente una aureola.
El Hombre es el águila que vuela. La Mujer es el ruiseñor que canta.
Volar es dominar el espacio; cantar, es conquistar el alma.
En fin, el hombre está colocado donde termina la tierra,
la mujer donde comienza el cielo.